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Grupos de WhatsApp de padres del cole: manual de supervivencia

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Grupos de WhatsApp de colegio
Nacho Grosso
  • Nacho Grosso
  • Cádiz (1973) Redactor y editor especializado en tecnología. Escribiendo profesionalmente desde 2017 para medios de difusión y blogs en español.

Tener hijos en edad escolar es sinónimo de estar metido en los grupos de WhatsApp correspondientes. Una experiencia que, lejos de ser placentera, puede llegar a suponer una auténtica tortura. Y es que, en muchas ocasiones, lo que nace como un sistema para comunicar cualquier asunto que atañe a nuestros hijos, se puede llegar a convertir en un campo de batalla o terminar derivando en algo totalmente diferente. Esta guía de supervivencia para grupos de mamás y papás en WhatsApp pretende ser una ayuda que os permita relativizar las cosas y dejar una buena huella en el grupo.

Supervivencia en el  grupo de WhatsApp 

En primer lugar, debemos reseñar que estos grupos son creados por otras madres o padres, y que el centro escolar nunca tiene nada que ver. En todo caso no es extraño que en el grupo de WhatsApp de los niños se encuentre el maestro o la maestra correspondiente.

De esto no tienen culpa los padres, pero es un error, un profesional de la enseñanza no debe compartir comunicaciones jamás por este medio. Si eres un profesional de la docencia, me lees,  y estás en un grupo de WhatsApp, lo mejor que puedes hacer es despedirte y salir. Recuerda que para las comunicaciones escolares está la agenda.

Para papás y mamás, el grupo de WhatsApp ha de servir de elemento de comunicación, pero sin abusar. Encontrar el equilibrio es complicado, porque preguntar «qué deberes tienen mañana de matemáticas» o «¿cuándo es el control de sociales?» es muy tentador. Pero no podemos convertir este grupo en la agenda escolar de nuestros hijos, es un error.

Respondiendo, que es gerundio

«¿Alguien tiene la chaqueta del chandal de Manu?» De repente comienzan las respuestas. «Aquí no lo tenemos», «Por aquí tampoco», «Espera que miro en la mochila» . El chat se llena de respuestas para una pregunta simple. ¿No sería mejor poner? «Manu ha venido sin chaqueta del chandal, si alguien la tiene que me escriba por privado». De esta forma, el chat se mantiene libre de respuestas repetidas.

 

¿Has visto la mamá de Lucía?

Sí, ¿y qué? Este tipo de grupos no debe ser en ningún momento un campo de batalla para rencillas personales entre padres, ni tampoco el lugar para atacar a la madre de Lucía, que el otro día le tiró del pelo a mi niña. Si el grupo es lo mismo que el patio del colegio, mal asunto.

Las horas también suelen ser objeto de debate. La foto de arriba es real, mensaje casi a las 11 de la noche. ¿Imaginas que alguien llamase a tu casa a esa hora? Pues aquí debe ser lo mismo, el grupo debe usarse, paradójicamente, lo menos posible. Es un recurso, no una plaza pública.

También suele ocurrir que ese grupo general de la clase de 5º se subdivide en el otras mamás y papás guays que no soportan al resto. O el subgrupo para el regalo de fin de curso en el que no entra la mamá de Lucía porque dice que ella no pone nada. Follones, jaleos, rencores y mal rollo. ¿No es mejor ser más directo y ahorrar tiempo?

Desconecta y vive más feliz

Un recurso muy interesante a la hora de que este grupo de WhatsApp no sea lo que no queremos es la de vivir un poquito más tranquilo desactivando las notificaciones. O bien, archivas el chat y lo consultas una vez al día. Pero no hay que hacer de este el eje sobre el que pivota nuestro universo y el de nuestros hijos. No volquemos nuestras frustraciones o enfados sobre un grupo público.

Largarse: nadie te lo impide

En todo caso debemos pensar que siempre hemos funcionado sin grupos de WhatsApp y no ha pasado absolutamente nada. Tampoco nadie te obliga a estar en el grupo, por los que si este va a suponer un elemento de tensión en nuestra vida, lo mejor es no estar y utilizar la agenda escolar, que para eso se tiene. Así que, la única manera de eliminar de un plumazo los problemas, si el grupo está abocado a no entenderse, es nuestra mejor sonrisa y una cálida despedida. Y comienza a vivir de otra forma, porque todo se termina volcando en quienes no tienen culpa, los menores.

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